Dante by Matteo Strukul

Dante by Matteo Strukul

autor:Matteo Strukul [Strukul, Matteo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2021-05-03T00:00:00+00:00


40

Honor

Lancia avanzaba con el señor Durazzo de Vecchietti por el camino que conducía de Chitignano a Poppi. Era una tarde fresca de primavera, bendecida por los rayos de un sol cálido y brillante.

Fue uno de los priores, el señor Dino Compagni, quien lo eligió, junto con el señor De Cerchi. Este último, de hecho, tuvo a bien acogerlo tan pronto como se presentó ante él con la carta de la señora Capuana y una cincuentena de hombres armados. No solo eso: lo había considerado el candidato perfecto para acompañar al caballero de Vecchietti a la bóveda del castillo de monseñor Ubertini en Chitignano. Por supuesto, pensaba que podía prescindir de él en caso de que el obispo hubiera reaccionado mal a las propuestas que se le hicieran. Lo cierto era que Lancia no se ofendió. Estaba acostumbrado a misiones muy diversas. Sin embargo, había llevado consigo una pequeña escolta de seis caballeros para no llamar demasiado la atención, pero, si fuera necesario, también para poder resistir una emboscada. Los mismos caballeros que ahora los seguían a él y al señor De Vecchietti a lo largo del camino.

—No creo que lleguemos a ninguna parte —dijo Lancia, poniendo voz a sus dudas.

—Lo veo igual. Especialmente porque los mismos priores no se ponen de acuerdo en qué pedir. Al final, el sentido común del señor Compagni ha prevalecido, pero hasta el otro día se mataban entre ellos por distintas pretensiones. Quién quería hacer la guerra; quién pretendía tomar posesión de las propiedades y castillos del obispo para arrasar con ellos y quién aspiraba a quedárselos para su uso.

—Sin tener en cuenta que, al ser garantes del acuerdo con la banca, de hecho todo iría a parar al señor De Cerchi.

—Exactamente.

—Pero me pareció que monseñor Ubertini iba a volver sobre sus pasos.

—Tuve la misma sensación —coincidió Durazzo—. Como si se diera cuenta de que no podía aceptar la oferta.

—Aunque, a decir verdad, quizá le hubiera resultado conveniente. Mientras nosotros presentábamos las propuestas de negociación, Carlos II de Anjou llegaba a Florencia.

—Veremos qué pasa, más no se puede hacer —observó Lancia.

—Es innegable. Por cierto, podríamos poner los caballos a todo galope. No me disgustaría llegar a Florencia esta misma noche.

Lancia hizo una señal con la cabeza a sus hombres.

—No hay más que decirlo —concluyó, y clavando las espuelas en los flancos de su caballo, lo lanzó al galope.



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